Hace unos días, el país entero se estremeció cuando la noticia del fallecimiento de un bebé comenzó a circular en distintos medios. Según los informes, el menor murió en Chiapas, pero lo más macabro del asunto fue que el ataúd en el que se le entregó a la familia estaba lleno de basura.
Manuel Hernández Silvano era el nombre del niño, quien nació en su hogar en El Limonar, en Ocosingo, la noche del viernes con el apoyo de una mujer dedicada a asistir partos.
Dados algunos problemas durante el nacimiento del infante y su estado de salud, el bebé fue trasladado de emergencia al Hospital General del Palenque, donde su cuerpo no aguantó más tras presentar serios problemas pulmonares y de hígado.
Después de la triste noticia, los familiares del fallecido se trasladaron para recibir el cuerpo de su hijo y despedirlo; no obstante, al abrir el ataúd, los familiares se dieron cuenta de que la caja estaba llena de basura.
Un miembro de la familia, que compartía nombre con el infante, publicó vía Facebook que los galenos le habían informado que el cuerpo del pequeño tenía graves golpes en órganos vitales y que probablemente no podría salvarse dada la cantidad de aire que tenía en el cuerpo y la dificultad de su parto.
Por su parte, el vigilante del centro médico, Luis Argeo comentó a través de sus redes sociales que cuando dio el receptáculo, el familiar no lo revisó y explicó que él solo era el encargado de entregar los ataúdes.
Además, añadió que quienes colocan los cadáveres en las cajas son los miembros de la familia del fallecido o el staff de los centros funerarios.
“Siempre hemos tenido la costumbre de si el cuerpo llega con los peritos, ellos se lo llevan; si son los familiares, ellos lo recogen; si es el cuerpo de la funeraria, ellos lo meten” [sic].
Afortunadamente, los restos del Manuel ya fueron entregados a sus familiares, quienes no obtuvieron respuesta tras el lamentable incidente.