Juárez el Inmortal / Esteban Ramírez Zepeta

Todos los pueblos del mundo tienen un personaje notable en su historia nacional, que ha construido la base legal del presente, distinguiéndose por su valor inquebrantable y visión de futuro.

México posee una importante presencia de mujeres y hombres que nos dieron patria y libertad. Sin embargo, podría considerar a más personajes que trascienden en la historia nacional por su tiempo y circunstancia.

148 años de la muerte física del Prócer mexicano, nacido en Guelatao, Oaxaca e impulsor de la Reforma que dio un sentido jurídico laico a un país que nacía en medio de constates invasiones extranjeras, siempre en defensa de los derechos y la libertad, sosteniendo la bandera de la patria, para defender los logros de la Independencia.

Juárez fue el reformador, el constructor de una nación que comenzaba a vislumbrar su grandeza ante una independencia que aún no terminaba de consolidarse; creyendo que la mentalidad liberal habría de darle sustento a la construcción jurídica que permitiría garantizar el respeto a un pueblo que estaba en búsqueda de su propia identidad.

Al morir Juárez, nació un inmortal que lleva consigo la aureola de gloria nacional fundida en bronce por su origen indígena. Su pensamiento liberal rompe con dogmas establecidos por la religión que entonces lo controlaba todo y que, a raíz de la Ley Juárez y otras grandes leyes, separó a la iglesia del estado, reformando un modo de vivir, y dando a Dios lo que es de Dios y al Estado lo que es del Estado. Con su pensamiento puso el ejemplo del respeto absoluto a la legalidad y legitimidad, con que el pueblo puede definir el destino que mejor considere, alejándose de las monarquías e impulsando un espíritu republicano. Juárez es inmortal por su pensamiento y obra.

A unos días de su fallecimiento, el maestro Justo Sierra, describió en unas líneas, la personalidad del Benemérito de las Américas. Este mensaje fue publicado en el periódico El Federalista, tres días después de su muerte, dirigiéndolas a Emilio Castelar, político, diplomático, periodista y escritor que en 1833 se convirtió en el presidente del Ejecutivo de la primer República Española: “Vos lo sabéis, el que ha muerto, encarnó en México el advenimiento de las ideas redentoras de nuestro siglo (…) Juárez tuvo la suerte de representar el principio de las nacionalidades reconquistadas por el derecho y conservadas por la libertad (…) Juárez ha conquistado el derecho de hacer de la bandera mexicana su manto mortuorio”. En el acto conmemorativo de su fallecimiento, la esposa del presidente Andrés Manuel López Obrador, Beatriz Gutiérrez Müller destacó la trascendencia de las palabras de Justo Sierra.

Benito Juárez prevalece por su visión nacionalista y redentora que fue inspiración para los mexicanos que estuvieron dispuestos a entregar su vida por la consolidación de nuestra libertad. Fue entonces que distintos congresos de Latinoamérica le concedieron el nombramiento de Benemérito de las Américas, como un justo reconocimiento a su ilustre pensamiento y destacada obra patriótica en defensa de su nación, en contra de las invasiones europeas.

Lo que Juárez nos heredó, es la directriz del pensamiento que se traduce en la máxima aspiración de forjar una conducta congruente para garantizar la justicia, libertad y paz.

Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”. Frase que fue expresada en el manifiesto que expidió el 15 de julio de 1867 al arribar a la ciudad de México tras la derrota y fusilamiento de Maximiliano de Habsburgo. Fue el congreso de la República Dominicana quien le otorga por primera vez el nombramiento de Benemérito de las Américas.

“No se puede gobernar a base de impulsos de una voluntad caprichosa, sino con sujeción a las leyes”. Con este ideal deja muy claro la fuerza de la legalidad para determinar las mejores decisiones que favorezcan al pueblo, dejando atrás el capricho del gobernante que sólo busca satisfacer sus intereses egoístas y particulares.

“No se pueden improvisar fortunas, ni entregarse al ocio y a la disipación, sino consagrarse asiduamente al trabajo, disponiéndose a vivir, en la honrada medianía que proporciona la retribución que la ley les señala”. Con esta doctrina, Juárez determina la máxima aspiración de todo pueblo, que los servidores públicos conserven la congruente actitud de vivir en la honrada medianía que su sueldo le otorga, sin ambicionar el dinero que le pertenece única y exclusivamente al pueblo. Es sustento inagotable de la lucha contra la corrupción, es un hecho que por desgracia muchas personas aún no han comprendido la trascendencia del gran honor que tiene servir al pueblo y no querer servirse de él.

En política, la línea recta es la más corta. Aquel que no espera vencer, ya está vencido. Los gobernantes de la sociedad civil no deben asistir, como tales, a ningún ceremonial eclesiástico, si bien como hombres pueden ir a los templos a practicar los actos de devoción que su religión les dicte”. Aquí se sustenta la base fundamental de la separación de la iglesia con el estado, lo que representa que quienes gobiernen o sirvan en el sector público deben abstenerse de procesar abiertamente una religión por respeto a la pluralidad de religiones e ideas de todo un pueblo, ya que no sólo se sirve a un sector sino a la sociedad en general.

“Siempre tuerce los principios el que oscurece la verdad, para ocultar sus faltas en las tinieblas”. Con este pensamiento supo responder a las grandes faltas que cometían los conservadores cuando ante la opinión pública internacional, distorsionaban la verdad para atraer gobiernos extranjeros a fin de que controlaban al pueblo mexicano, como sucedió con la desafortunada venida del emperador Maximiliano de Habsburgo y la emperatriz Carlota, que por engaños convencieron a Napoleón para imponer un gobierno extranjero.

“No reconozco fuente de poder más pura que la opinión pública”. Juárez consideró a la opinión pública como un elemento fundamental de la democracia, siempre necesaria para la construcción de la verdad y el control de la conducta de los servidores públicos.

“Los hombres no son nada, los principios lo son todo”.  La inmortalidad que logra Benito Juárez es por medio de sus principios e ideales, por los que luchó y conmovió a todo un pueblo para defender la soberanía, la libertad y la justicia. Más allá de los hombres la trascendencia de una nación se alcanza en la historia a través de las ideas claras, justa y democráticas.

La democracia es el destino de la humanidad; la libertad su brazo indestructible.

“Nunca abuses del poder humillando a tus semejantes, porque el poder termina y el recuerdo perdura”. El Benemérito de las Américas establece como doctrina fundamental del gobernante que jamás debe olvidar que el encargo público se agota con el tiempo, que no es eterno, que debe representar el sentimiento más puro de servicio a la nación, quebrantando por completo toda ambición de perpetuarse en el poder, haciendo del poder mismo el medio de servicio y no de abuso en contra de los más humildes, por qué la memoria del pueblo es infinita.

Con todos los pensamientos de Benito Juárez es que se ha construido la nación que hoy tenemos como amplia responsabilidad para defender ante las adversidades. Somos una gran nación que se sigue construyendo y ahora más que nunca ante la adversidad de una pandemia que nos viene a traer lamentables experiencias de las cuales tenemos que aprender.

El presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador considera que Benito Juárez García es el mejor presidente que ha tenido México, por esta razón las nuevas generaciones deben conocer sus pensamiento y obra para que quede resguardado en la memoria de la gloria nacional. Es tiempo de que surjan más Juárez en toda la República mexicana que se pongan de pie y defiendan con honor lo que nos pertenece, aún más orgullosos de nuestra unidad nacional. México lo merece, México lo reclama.

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